lunes, 5 de diciembre de 2016

Reseña: Buffy, Cazavampiros (serie)

Hoy vengo a hablaros de una serie que he terminado recientemente. Se trata de Buffy, Cazavampiros (o Buffy the Vampire Slayer en inglés), creada por Joss Whedon y emitida por primera vez en marzo de 1997. La serie consta de 7 temporadas, y cuenta con un spin-off protagonizado por uno de sus personajes: Ángel.
Nos cuenta la historia de Buffy Summers, una chica de 15 años que se muda con su madre recién divorciada a Sunnydale. Aunque en teoría parece una chica normal, es en realidad la Cazavampiros –o Cazadora, según la temporada-, y tiene como tarea acabar con las fuerzas del mal que merodean por la tierra. Cuando una Cazavampiros muere, automáticamente una de las candidatas que son entrenadas desde pequeñas para cumplir ese papel es llamada, y adquiere los poderes propios de su rango: una fuerza extraordinaria y visiones que le servirán de advertencia frente a los peligros que se aproximan.
Buffy llega en el más completo anonimato al instituto Sunnydale sin sospechar lo que le espera, y es que el instituto se encuentra sobre la Boca del Infierno, un centro de poder del mal que atrae a numerosas criaturas infernales y que ha hecho de la ciudad la población con más cementerios por habitante de América. Allí conoce a Giles, el bibliotecario del centro, que le explica que será su Vigilante, el encargado de entrenarla y ayudarla a combatir contra las monstruosas criaturas a las que tendrá que enfrentarse. También, en su primer encontronazo con una de estas criaturas, trabará amistad con Xander y Willow. Y cómo no, contamos con el malo malísimo que planea extender el mal por todo el mundo mientras se oculta en la Boca del Infierno.

Personajes

Me gustaría centrarme en los personajes de la serie y comentar, sin spoilers, su trayectoria a lo largo de las 7 temporadas. No son personajes planos para nada, es más, el nivel de desarrollo que alcanzan desde el principio hasta el final es espectacular; se ven claramente los cambios que experimentan a lo largo del instituto, el paso a la Universidad y lo que ello conlleva, la inserción en el mundo laboral, la familia, todo ello junto con el hecho de que una vez tras otra deberán enfrentarse a las fuerzas que intentan sembrar el caos en Sunnydale.

Sobre Buffy, que es la protagonista, probablemente sea sobre la que más tengo que decir. Comienza con el retrato de una chica más bien normal, de clase media, con cierto gusto por la moda e interés por los chicos. No saca notas especialmente buenas, dado que su trabajo como Cazavampiros ocupa gran parte de su tiempo y le impide estudiar, pero no le falta cierta inteligencia. Es muy importante en su desarrollo el papel que juega al ser la elegida, las responsabilidades que recaen sobre ella a una edad muy temprana y las decisiones que tendrá que tomar para salvar a sus seres queridos. De una Buffy risueña, bromista e infantil vamos pasando a una Buffy mucho más oscura, torturada por todo lo que ha tenido que hacer y presenciar y dispuesta a renunciar a todo para salvar el mundo. Este cambio es gradual, claro, pero es posible observar qué episodios son cruciales en su vida y cómo van afectando a su comportamiento. No estamos ante la típica protagonista plana y aburrida, de grandes valores morales y poca chicha: estamos ante una mujer que muestra tanto su lado más heroico como su lado más humano.
No me cae bien. Sé valorar perfectamente su papel, y es sin lugar a dudas el personaje mejor construido y desarrollado que he visto hasta el momento en una serie. Sin embargo, toma decisiones egoístas e ilógicas que, a mi parecer, no se corresponden con la mente fría que se espera de una Cazavampiros. Sí, es humana, y sí, comete errores y aprende de ellos, pero no es mi personaje favorito ni mucho menos.

Sobre Willow, creo que es casi imposible no quererla. Es la típica cerebrito, muy responsable y estudiosa, amiga de toda la vida de Xander y un poco enamorada de él. Se convertirá en la mejor amiga de Buffy, y una vez conoce el secreto de la Cazavampiros, la ayudará en su lucha contra el mal, al principio sobre todo investigando junto a Giles en busca de información sobre las criaturas. Es la más aplicada y constante de todo el grupo. Durante el instituto es mucho más tímida y reservada, pero en el paso a la universidad vemos como se produce un cambio brutal en ella, un florecimiento, tanto en su vestuario como en otras… cosas. Pese a haber estado siempre ligeramente a la sombra de Buffy, resultará ser la más poderosa de todos ellos, y precisamente por eso, la más peligrosa. Sin embargo, esa constancia que la caracteriza en sus estudios hará que se sobreponga a las tentaciones y utilice sus poderes para ayudar a Buffy en su misión.

Xander es, sin duda, un personaje entrañable. Se enamora de Buffy al poco de conocerla, y ello creará situaciones incómodas a la par que graciosas en algunas escenas. Comienza la serie siendo un idiota que babea detrás de cualquier chica y está desesperado por llamar la atención del género femenino. Se caracteriza por no ser demasiado aplicado en los estudios, y bastante bobalicón. Reconozco que en las primeras temporadas no me caía muy bien; sin embargo, mientras sus amigos van a la universidad, él se ve obligado a trabajar de albañil. Creo que esto en un cambio drástico en su trayectoria, porque a partir del momento en que empieza a ganarse la vida y a mantenerse por sí solo, adquiere una madurez desconocida en él hasta entonces y se convierte en un gran apoyo moral para Buffy, preocupándose por ella ya no como enamorado, sino como amigo y casi hermano. Es imposible no quererlo al final de la serie.


Giles, el bibliotecario y vigilante de Buffy, sufre muchas burlas por su origen inglés. Nos engaña con su apariencia tranquila y serena, pero tiene a sus espaldas un pasado lleno de secretos oscuros, y un conocimiento muy amplio sobre el mundo maligno al que se enfrentan. Muy pronto se convertirá en una figura paterna para Buffy, y será un pilar fundamental en su educación como Cazavampiros (aunque la mayor parte del tiempo tenga que lidiar con una panda de adolescentes que parecen más interesados en pasarlo bien y andar a pájaros que en luchar contra el mal). Yo diría que es el personaje que menos evoluciona a lo largo de la serie, a pesar de que se aprecie cierto cansancio en él a medida que Buffy crece y va dependiendo menos de su ayuda. De todos modos, es fundamental como guía para la pandilla.

Ángel es un hombre misterioso que aparece de las sombras de vez en cuando para avisar a Buffy de algún peligro. No he visto demasiada evolución en él, y más teniendo en cuenta que apenas hace un par de cameos a partir de la tercera temporada debido a que protagoniza el spin-off de la serie. No me cae bien y me parece aburrido y soso, sin nada interesante que aportar aparte de una trama amorosa problemática.




Por último, voy a hablar de Spike. Merece una mención, a pesar de que aparece a partir de la segunda temporada, pero esto no supone ningún spoiler para nadie. Es un vampiro conocido en el último siglo como William el Sangriento, y será el antagonista de Buffy. Como todos los vampiros, en malvado y cruel, aunque algo más avispado que el resto de criaturas debido a un pasado que se nos mostrará más adelante. Sufre unos cuantos cambios que son fundamentales para la trama y, la verdad sea dicha, lo menciono porque es mi personaje favorito. Sarcástico y mezquino, dota a la acción de un sabor especial y de mayor complejidad, aparte de que acabará siendo fundamental para la resolución de la serie. Que me aspen si alguien no le coge cariño al terminar Buffy Cazavampiros.


Opinión final

Sé que me he enrollado bastante con las descripciones de los personajes, pero realmente creo que son muy importantes para poder expresar de un modo acertado lo que me ha inspirado Buffy Cazavampiros.
Cuando empecé a verla, no tenía unas expectativas demasiado altas. Sí que había oído que era  una serie de culto para los estadounidenses, pero siendo de la época de la que era y teniendo los efectos especiales que tenía, no creí que me fuera a entusiasmar tanto.
Ya el principio me sorprendió. No comenzó como yo esperaba, es decir, presentación de una chica sosa que no sabe lo que le aguarda e incredulidad ante su misión recién descubierta; me mostraron a una chica que ya sabía de qué se trataba su misión como Cazavampiros, que ya había luchado contra monstruos y que, de hecho, había sido expulsada de su antiguo instituto por ello.
Esto fue sólo el comienzo. Uno a uno, fue derribando todos los clichés que yo aguardaba; las típicas disyuntivas de las series para adolescentes ya no eran entre dos posibilidades cerradas, siempre salía por un camino que yo no habría podido imaginar. Conseguía sorprenderme. Los personajes dejaron de ser los típicos muñecos planos para convertirse en personas de verdad, movidos por sus sentimientos e impredecibles. Todo ello hizo la serie más interesante, y me fue enganchando más y más.

No deja cabos sueltos, y recupera momentos de temporadas anteriores, lo que le confiere una sensación de cohesión a la que estoy poco acostumbrada a la hora de ver series. Esto ayuda a recordar que no nos han encasquetado acciones, una detrás de otra y al azar, sino que la trama tiene un ritmo, que el desarrollo de personajes tiene motivos claros y causas evidentes, y que los detalles están cuidados, no sólo para vender, sino para preservar la calidad. Y eso se agradece. La profundidad y complejidad de las situaciones que se nos presentan, además, no son las propias de una serie para adolescentes, sino que se pueden disfrutar seas de la edad que seas (siempre y cuando estés dispuesto a obviar los efectos especiales propios de finales de los 90).

En conclusión, puedo afirmar que la serie ha sido el descubrimiento del año, y que tiene un merecido 10. Espero que esta reseña os haya despertado algo de curiosidad y que os animéis a echarle un vistazo. Con suerte, quizá os encandile como me ha encandilado a mí.

domingo, 21 de agosto de 2016

El otoño

Septiembre. Un mes de inicios y  de reencuentros, de trabajo y vacaciones a mitad de precio, de tiempo libre y escuela. Una encrucijada en la que el frío toma el relevo del calor y nos va conquistando lentamente; un mes de transición. La fecha que marca la llegada del otoño.
La primera vez que le pregunté a alguien por qué le gustaba el otoño, recibí como respuesta: “Por el aspecto de todo. Me refiero a las calles y eso con las hojas y eso”. No pude sino reírme ante tal descripción, tal despliegue de capacidad lingüística. Durante la conversación, el sujeto en cuestión dijo algo que llamó mucho mi atención: que el otoño era bucólico.
El significado de bucólico que más nos puede ser de ayuda en este caso es “algo referido a la vida en el campo o al campo idealizado”. Me resultó curiosa esta forma de describir al otoño porque no es precisamente lo primero que se nos viene a la mente al pensar en esta estación del año. Yo relaciono algo bucólico con el frescor, el verde, el renacimiento y la luz nueva que trae consigo la primavera.
El otoño no es el clamor de vida y tardes a la sombra del verano, ni el calor, ni los cantos atolondrados de los pájaros en el jardín al amanecer. No es el cielo encapotado ni un manto de nieve que lo cubre todo de silencio, no es la calma muerta del invierno. El otoño en sí es algo más complejo, más profundo. Cuando oí “las hojas y eso” comprendí perfectamente lo que esa persona me quería decir aún sin encontrar las palabras exactas.
El otoño marca el fin de una etapa. El verano es la época en la que más cambia mi vida, ya sea por el infinito tiempo libre que tengo para pensar o bien el que utilizo para socializar, pero nunca siento ni padezco más desenfrenadamente que en los días límpidos de agosto. Septiembre aparece ahí como un punto y aparte, un bache en medio del camino que reduce mi velocidad, ese otro lado de la balanza que impide que resbale por el platillo hasta un abismo de irrealidad. Es el sentido común que devuelve la lógica a la existencia. Trae consigo los días de quietud junto a una ventana y el sonido de la lluvia al repiquetear en el cristal, la aglomeración de botas de goma y paraguas formando un mosaico en una avenida transitada, el sol luchando por escapar de su prisión de nubes. Adiós a las noches claras y despejadas y a comer los helados antes de que se te derritan en las manos, a las fiestas de humo y alcohol y a rodar sin ropa al aire libre. La realidad ha vuelto.
Puedes relacionar el otoño con un bosque alfombrado de hojas secas, el mismo tapiz jaspeado que aparece en los fondos de ordenador o en las imágenes de los libros infantiles año tras año. Sin embargo, no deja de ser el punto álgido de una melodía desgarradora cuyos ecos resuenan hacia atrás y hacia adelante en el tiempo: un titán moribundo que se deja caer desesperado hacia el invierno, sin una primavera en su horizonte. Sin saber que el verano volverá de nuevo, inexorable.

Espero haber dicho con todo esto lo que las palabras de mi amigo no fueron capaces de expresar. Que aunque el otoño no es más que otro “hasta luego”, siempre sabe igual de amargo.